Los ojos curiosos

Por Benjamín

Un día me despierto en mi cama sintiéndome extraño. Al abrir los ojos, me di cuenta de que todo había cambiado. En lugar de manos humanas tenía patas suaves y peludas. Mirándome al espejo descubrí que me había transformado en un koala.

Confundido y asustado intenté recordar cómo había llegado a ser un animal. No había comido nada raro la noche anterior ni había tenido sueños extraños. Solo había estado pensando en un amor por la naturaleza y los árboles. Pero ahora, era un koala con un pelaje gris y ojos grandes y curiosos.

Al principio, la vida como koala fue complicada. Mi familia no podía entender mi extraña transformación. Intentaron hablar conmigo pero solo pudieron escuchar suaves sonidos de koala. Me sentí aislado y triste, ya que no podía comunicarme como antes. Sin embargo pronto comprendí que tenía una nueva perspectiva del mundo.

Me trepé a los árboles de mi jardín y descubrí la belleza del paisaje desde lo alto. El aire fresco y el sabor de las hojas llenaron mi ser de alegría. Mientras pasaba mi día descansando en las ramas comencé a observar a mi familia. Desde una nueva altura me di cuenta de cuánto me amaban y me extrañaban.

Yo estaba desesperado por comunicarme con ellos pero no sabía cómo hacerlo, simplemente me acosté en una rama arriba de un árbol y me puse triste. En eso no me di cuenta y me quedé dormido.

Al despertar me di cuenta que me había convertido nuevamente en humano y rápidamente fui a abrazarlos porque los extrañaba.