Blog Letras y Autores

La última fogata

Por Antonella, Agustina y Uma Después de tantos estudios, decidimos darnos un descanso con mis amigos. Encontramos un buen

La última fogata

Por Antonella, Agustina y Uma

Después de tantos estudios, decidimos darnos un descanso con mis amigos. Encontramos un buen lugar para acampar, pero ese lugar tenía una historia muy perturbadora. Decían que a la medianoche aparecía un ser al que le dieron el nombre de Ucumar. Su aspecto era parecido al de un oso y, a la vez, a un humano.

Aparecieron árboles arañados y solo dos personas lograron verlo. Una dijo que tenía un olor que nunca había sentido: era asqueroso. La otra persona lo vio sentado a lo lejos, en un río, haciendo sonidos que solo podría hacer un humano. Lo describieron como un monstruo escalofriante.

Mis amigos y yo no le dimos importancia a esa historia, ya que no creemos en ese tipo de cosas. Pero algo que nos llamó la atención fue que, en el camino, vimos árboles arañados, tal como contaba la leyenda, aunque podía ser cualquier animal del bosque.

Cuando llegamos, el sol ya estaba bajando. Entonces empezamos a armar la carpa. Yo y otros amigos fuimos a buscar leña para hacer la fogata, ya que no faltaba mucho para que oscureciera. En el camino, mis amigos y yo empezamos a hacer chistes sobre la leyenda, y todo eran risas… hasta que empecé a sentir que algo malo podría pasar. Pero como estaba con amigos, me tranquilicé.

Cuando volvimos con los demás, prendimos la fogata y nos sentamos a comer malvaviscos mientras hablábamos sobre la historia que nos contaron. Al tocar ese tema, empezamos a sentir una presencia extraña, y de repente se escucharon pisadas y un grito que parecía de un niño.

Uno de mis amigos sugirió que alguien fuera a investigar, pero ninguno quería. Entonces giraron una botella y le tocó a Franco. Se negó completamente, pero lo convencimos.

Cuando Franco se metió en el bosque, se escuchó un grito desgarrador. Mis amigos corrieron hacia el bosque a buscarlo, pero solo encontraron sangre en el piso. Aunque sentían mucho miedo, decidieron seguir el rastro de sangre.

Llegaron a una cueva con un olor repugnante, parecido a lo que habían descrito quienes habían visto al ser. Decidieron entrar, y cuando apuntaron con la linterna, no podían creer lo que estaban viendo: había cuerpos de mascotas y personas completamente descuartizados. De ahí provenía ese olor tan horrible.

A lo lejos pudieron identificar a su amigo: estaba muerto. Y de repente…

Previous Post