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La capitana de los vientos

POR FLORENCIA y MILAGROS En los campos polvorientos del alto Perú, donde el eco de los tambores anunciaba cada

La capitana de los vientos

POR FLORENCIA y MILAGROS

En los campos polvorientos del alto Perú, donde el eco de los tambores anunciaba cada nuevo combate, una figura se alzaba entre el humo y el miedo. No llevaba capa ni espada dorada, pero su mirada era más firme que la de cualquier general. Era María Remedios del Valle, conocida por todos como «la capitana de los vientos».

Dónde ella caminaba, el valor parecía seguirla como viento impetuoso que empujaba al ejército hacia adelante. A su lado, marchaban soldados curtidos y jóvenes asustados. También iba un niño, Tomás, huérfano de la guerra, a quien María había recogido tras una batalla en Tucumán.

Lo alimentaba con las sobras que encontraba y lo protegía con su propio cuerpo en los tiroteos. Él la llamaba «mamá viento», porque sentía que, como el aire, ella estaba en todas partes: curando heridas, consolando llantos, dando órdenes, sosteniendo fusibles.

En una noche estrellada, mientras el campamento dormía, María escuchó pasos. Se levantó y con Tomás escondido bajo su capa, se enfrentó a una patrulla enemiga. La capturaron. Fue azotada durante días, pero nunca reveló la posición del ejército. «Mi cuerpo sangra, pero mi patria vive», le gritaba mientras los látigos cortaban su piel.

Una noche, cuando la luna estaba más brillante que nunca, escapó. Lastimada y hambrienta, volvió con los suyos. La recibieron con lágrimas y aplausos.

El general Belgrano, al verla llegar, cubriéndose pero con la estrella de tela bordada por las mujeres del campamento.

María apretó la medalla contra su pecho. No era de oro, pero brillaba como el sol. Esa noche, mientras todos dormían, juró seguir luchando.

Desde entonces, la capitana de los vientos cruzó montañas llevando mensajes secretos. Nadie la veía, pero el viento anunciaba.

Y aunque el tiempo pasó, su nombre no se borró, porque cuando la patria tembló, ella estuvo ahí como el viento que a veces se muestra tranquilo pero a veces arrasa con todo.