El día que todo cambió
POR DIEGO y JOAQUÍN | Recuerdo el día en que mi vida cambió para siempre. Estaba en la selva,

POR DIEGO y JOAQUÍN |
Recuerdo el día en que mi vida cambió para siempre. Estaba en la selva, rodeado de árboles altos y sonidos desconocidos. Uno de esos sonidos era particular: sonaba a un animal agresivo y hambriento. Pero no le di importancia y seguí mi camino, cuando de repente apareció un mono. Parecía amigable, así que me acerqué para darle algo de comida. Sin embargo, asustado por mi presencia, el mono saltó sobre mí, clavando sus uñas y causándome heridas en el cuerpo. Caí rápidamente al suelo frío y húmedo. Me revolcaba del dolor. En ese momento, sentí una extraña sensación en mí. Mi piel comenzó a picar y mis sentidos se agudizaron. Miré mis manos mientras se transformaban en garras.
Siempre había sentido una conexión con la naturaleza, pero nunca imaginé que me convertiría en parte de ella. La transformación fue rápida y dolorosa. Mi cuerpo se cubrió de pelo suave y oscuro, y mi rostro se alargó en un hocico. Me sentí confundido y asustado.
Al principio, me costó adaptarme a mi nueva forma. Me tropezaba con mis propias manos y me sentía torpe. Pero, a medida que pasaba el tiempo, comencé a disfrutar de mi nueva libertad. Me balanceaba entre los árboles con facilidad y sentía una conexión profunda con la selva. Descubrí que podía comunicarme con los demás monos de una manera que nunca había imaginado.
Ahora, miro hacia atrás y veo que mi transformación fue un regalo. Me permitió ver el mundo de una manera diferente y apreciar la belleza de la naturaleza. Aunque extraño mi forma humana, sé que nunca volveré a ser el mismo. Soy un mono, y esta es mi nueva realidad. Me siento libre y en paz, balanceándome entre los árboles, sintiendo el sol en mi espalda y el viento en mi rostro.