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Desnuda

Por Lorena Passares – Todos los derechos de Autor Reservados – -Estás hermosa… hermosa…. Mi cuerpo desnudo se dibujaba

Desnuda

Por Lorena Passares – Todos los derechos de Autor Reservados –

-Estás hermosa… hermosa….

Mi cuerpo desnudo se dibujaba quieto en la luz de ese atardecer compartido. Mis brazos se apoyaban en el marco de la ventana descolorida mientras el viento acariciaba la sedosidad de mi pelo.

-Estas hermosa- repetís mientras tu mano recorre lentamente mi espalda.

¡Maldito momento en que el viento trajo otra vez los recuerdos de esa noche que aún me quema el alma!

“Era pequeña, muy pequeña… Tan buena como ingenua. Quizás demasiado inocente. Y sin esa mirada de recelo que me traspasa tantas veces convirtiéndome en hielo.

Él era tan seductor como perverso. Me envolvió en halagos y me tendió a los pies un mundo de deseo…

Fue la noche de año nuevo. Me pasó a buscar justo después del brindis. Estaba radiante con esa camisa blanca y una rosa roja entre las manos.

-Para mi reina- me dijo dándome el último beso de amor.

Llegamos a la casa de su madre en unos minutos.

Sería un brindis rápido porque unos amigos nos esperaban para seguir festejando.

La casa estaba vacía….

-¿No viene tu mamá, amor? ¿Para qué vinimos?

-Es que quería estar un poco a solas con vos chiquita…

Sus manos ardientes atraparon mis brazos y su lengua empezó a recorrer mi cuello como una serpiente saboreando a su presa.

-Pará amor. Nos están esperando. Después me quedo a dormir con vos….

Entonces su rostro se desfiguró. Su boca se acercó a mi cara y con una voz que no parecía la suya gritó. Me gritó:

-¡No chiquita, no entendiste! ¡Lo vamos a hacer ahora! No me podés decir que no.

Con la primera trompada me tiró al piso. El peso de su cuerpo me aplastó por segundos. Todavía siento sus dedos intentando atravesar mi cuerpo. Tomé coraje y lo empujé hacia arriba con todas mis fuerzas.

Lo que siguió fue una pesadilla. Golpes. Sangre.

Algo de vidrio que estrellé en su cara. Los recuerdos se borran. Mi llanto. Sus gritos. El dolor se agiganta.

Y esa maldita noche terminó con él tendido en el suelo, desmayado, casi desfigurado por la fuerza de estas manos tan pequeñas que milagrosamente evitaron que destrozaran mi vida.

-Estás hermosa- me decís suavemente mientras termino de llorar ahogada en los recuerdos.

Sé que ahora estoy a salvo. Sé que ahora estoy en otros brazos. Pero lloro como esa niña frágil que durante tantos años silenció sus heridas. Y me refugio en tus brazos mi amor. Porque por primera vez me animé a compartir con alguien los ecos del horror que aún laten adentro mío, como si todavía estuviera en esa noche maldita.