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Amor engañoso

Por Antonella Estaba en un callejón… cuando vi a una chica hermosa, muy angelical. Ella me miró de lejos;

Amor engañoso

Por Antonella

Estaba en un callejón… cuando vi a una chica hermosa, muy angelical.

Ella me miró de lejos; yo, obviamente, la miré. Era tan hermosa que era inevitable no hacerlo.

Al día siguiente volví a pasar por ahí para ver si me la encontraba de nuevo, pero no hubo caso. Nada. Solo los perros comiendo de la basura.

Pasaron los días y no aparecía. Un día, antes de irme de viaje, decidí pasar por ahí… y ahí estaba.

Era ella, tan hermosa, con su pelo negro y lacio.

Me acerqué a hablarle. Tuvimos una conversación muy linda y rápida; teníamos una conexión mutua. Nos mirábamos sin parar, y ella me sonreía con esa sonrisa tan hermosa y delicada.

Después de una larga charla me invitó a su casa, y yo acepté.

Luego de charlas, risas, bailar y tomar unas copas de vino, llegó la noche. Cuando estaba por despedirme, me agarró de la mano y me pidió que me quedara, con esa mirada hermosa y brillante. Me quedé…

Durante la noche empecé a escuchar un ruido muy raro, como si un animal con garras estuviera caminando. Después de un rato, el ruido seguía. Decidí levantarme de la cama para ver qué era… y ahí estaba ella. Pero no como siempre, sino diferente.

Era un monstruo.

Su pelo eran hojas largas, tenía patas de ave y una cara horrenda, con una nariz puntiaguda y unas alas enormes como las de un murciélago. Medía alrededor de 1,70 y tenía el poder de convertirse en una mujer de piel blanca, pelo negro y lacio, muy angelical.

Este monstruo aparece en la noche, en los bosques o parques, capturando a los hombres que andan solos, haciéndolos suyos y después matándolos fríamente, sacándoles los ojos y arrancándoles la piel de la cara.

Cuando corrí hacia la puerta, miré al comedor… y no podía creer lo que vi.

Eran cadáveres sin piel en la cara, descuartizados; algunos no tenían ojos.

Me desmayé.

Cuando desperté, empecé a sentir un dolor en el ojo… ¡me lo estaba arrancando!

Gritaba y suplicaba que se detuviera. Me arrancaba pedazos de piel de las piernas y la cara.

¿Cómo podía ser que una mujer tan hermosa fuera un monstruo?

Después de tanto dolor y sangre, mi cuerpo dejó de responder…

Morí.

Así fue como me enamoré de alguien que realmente no existía.

A veces, el amor y la apariencia engañan.

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