Exiliado

Por Gregorio

Había una mansión abandonada con una piscina donde tres adolescentes iban a pasar las noches de verano. Ellos limpiaban la pileta y dormían allí. Encendían una fogata, y la luz del fuego junto con la música llamaban la atención del “Aña”, hasta molestarlo.

El Aña era un monstruo de cuernos enormes, colmillos filosos y un olor inmundo. Los atacó expulsando fuego y golpeando todo con sus enormes cadenas. Logró capturar a uno de los chicos y lo asesinó estrangulándolo. Los otros dos se escondieron en una habitación, llorando y sufriendo por su amigo.

El monstruo los buscaba intensamente mientras silbaba y golpeaba sus cadenas tenebrosamente. Los dos adolescentes, sin más que hacer, comenzaron a orar con un rosario. El monstruo, al escuchar sus súplicas, los encontró y, al ver la cruz, huyó gritando y llorando de miedo, pues sabía que era un ser del inframundo y temía que apareciera algún tipo de presencia espiritual que le diera su castigo.