El poder oculto del átomos

Por Agustín – Dante – Santino – Simón

La radiactividad es un fenómeno natural que ha revolucionado la ciencia y la tecnología. Su estudio ha permitido comprender mejor la estructura del átomo y sus aplicaciones en diversos campos.

La radiactividad es un proceso natural por el cual ciertos átomos inestables liberan energía en forma de radiación para volverse más estables. La radiación puede ser de tres tipos principales: alfa (α), beta (β) y gamma (γ).

• Alfa (α): Es un flujo de partículas positivas constituido por dos protones y dos neutrones.
• Beta (β): Es un flujo de electrones producidos por la desintegración de neutrones en los núcleos radiactivos.
• Gamma (γ): Es un flujo de ondas electromagnéticas de alta energía que proviene de la reestructuración del núcleo o de capas profundas del átomo (rayos X).

La radiactividad fue descubierta por Henri Becquerel en 1896, cuando notó que las sales de uranio emitían rayos que podían atravesar el papel y oscurecer placas fotográficas.

Los materiales radiactivos y las radiaciones ionizantes se utilizan ampliamente en medicina, industria, agricultura, docencia e investigación. En medicina, el uso de radiaciones ionizantes se encuadra en la aplicación de técnicas de radiodiagnóstico, radioterapia y medicina nuclear.

Una persona expuesta a una gran cantidad de radiación durante un corto período de tiempo, como durante emergencias causadas por la radiación, puede sufrir quemaduras en la piel. También puede conducir al síndrome de radiación aguda o enfermedad por radiación.

Los desechos radiactivos se almacenan en bidones de hormigón cuando aún están en las centrales nucleares, y posteriormente se transportan para enterrarlos en minas a profundidades de hasta 1 km.

En Argentina existen regulaciones que controlan estas actividades, como la Ley Nacional de Actividad Nuclear, que establece regulación y control sobre la actividad nuclear, incluyendo la seguridad radiológica, la protección física y las salvaguardias.