Una tarde soleada

Por sebastián y Matías * E.E.S N° 46

Era una tarde soleada en donde todo parecía salir bien, ella trajo un juguito baggio y unos palitos, tomamos mates toda la tarde. La luz se reflejaba en sus ojos azules. Todo parecía perfecto, hasta que ella me dijo que se iba a ir a otro país. Esa noticia me rompió el corazón porque a pesar de que teníamos algunas diferencias, como por ejemplo que nos gustaban los mates preparados de diferentes formas, siempre arreglábamos las cosas.

Antes de que se marchara, fuimos a un lugar importante para los dos, nos sentamos a contemplar el paisaje. La angustia se apoderaba de mí, pero no podía demostrarlo, no quería ponerla triste. Me tragué el miedo, la angustia y a pesar de todo, decidí decirle todo lo que sentía por ella.

Pero finalmente llegó el día en que ella se marchaba y por la vergüenza que tenía, por haberme confesado a ella unos días antes, decidí no ir al aeropuerto a despedirla.

Un tiempo después sentía la necesidad de verla, hablarle o escribirle para volver a acercarme, pero la vergüenza y el miedo no me lo permitieron y decidí seguir adelante con mi vida.

Pero no podía olvidarla.

Pasaron unos años, ya estaba trabajando como mesero para seguir pagando mi carrera cuando la vi nuevamente y estaba más hermosa que la última vez.

Cuando noté que ella me reconocía me puse feliz.

Y además noté algo más, un brillo que había notado también ese último día juntos pero que no sabía qué era.

Finalmente ahora entiendo lo que antes no entendí, ese brillo era amor.